Cuatro Años de Impunidad y el Silencio que Persiste.
Cuatro años después de la muerte de Homero Gómez González, el “guardián de las mariposas monarca”, el caso sigue sin esclarecerse y permanece en la lista de impunidades que plagan a quienes luchan por la defensa del medio ambiente en México. El activista, de 50 años, fue reconocido a nivel internacional por su incansable labor en la preservación del santuario El Rosario, ubicado en el oriente de Michoacán, hogar de la migración anual de las mariposas monarca. Sin embargo, su muerte, ocurrida en 2020, sigue rodeada de dudas, y su memoria se suma a las 93 muertes de defensores de la tierra en los últimos tres años, un triste recordatorio de los riesgos que enfrentan quienes luchan por la conservación de los recursos naturales.
Gómez González fue un líder comunitario respetado en su municipio, Ocampo, donde trabajó por la restauración de la reserva El Rosario, un santuario natural que ha sufrido la devastación provocada por la tala ilegal de árboles.
Las mariposas monarca, que migran cada año desde Canadá hasta estos bosques michoacanos, son una de las especies más emblemáticas del país y su preservación es crucial tanto para la biodiversidad local como para la economía turística que atrae a miles de visitantes.
A pesar de los esfuerzos de Gómez por proteger el santuario y educar a la comunidad sobre la importancia de la biodiversidad, su activismo le ganó enemigos poderosos. La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) de Michoacán señaló que su asesinato podría estar relacionado con las amenazas a intereses ilegales, como la tala de árboles en la zona o la producción de aguacate vinculada al narcotráfico, actividades que han proliferado en la región. Aunque se han barajado varias hipótesis, el caso permanece abierto sin avances significativos.
El santuario El Rosario, que es patrimonio natural de la humanidad desde 2008, continúa siendo un lugar de gran importancia para la conservación del ecosistema local, pero también se enfrenta a la presión de actividades ilegales que destruyen los recursos naturales. Según las autoridades mexicanas, en la zona se desarrolla una economía clandestina basada en la extracción de madera y otros recursos naturales, lo que pone en peligro no solo el santuario, sino también a quienes luchan por su protección.
La muerte de Homero Gómez es una muestra de los riesgos inherentes a la defensa ambiental en México, donde los activistas a menudo son víctimas de violencia. Sin embargo, su legado perdura en el esfuerzo por preservar el santuario El Rosario y en la inspiración que brindó a otros defensores del medio ambiente. En un video que compartió días antes de su secuestro, Gómez invitaba a los turistas a visitar el santuario y describía a las mariposas monarca como "las novias del sol, el alma de los muertos", una metáfora que refleja su profundo amor y compromiso con la naturaleza.
El silencio en torno a su asesinato no solo es una injusticia para su familia y amigos, sino también un recordatorio de la impunidad que persiste en el país frente a los crímenes cometidos contra quienes defienden la tierra y sus recursos. La falta de justicia en este caso es un reflejo de un sistema que sigue sin ofrecer garantías de protección para aquellos que, como Gómez González, arriesgan su vida por la conservación de nuestro patrimonio natural.
A medida que las mariposas monarca continúan su migración cada año, el santuario El Rosario sigue siendo testigo de una lucha que trasciende la muerte de su más fiel defensor. Pero mientras el caso permanezca impune, el grito de justicia por Homero Gómez sigue resonando en los valles y bosques de Michoacán, esperando ser escuchado por quienes tienen el poder de cambiar esta triste realidad.
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